Cabo de Gata en modo SLOW

De nuevo nuestro cliente Ramón Angel Serrano se lleva uno de nuestros vehículos de E-vans Granada y nos deja esta maravillosa crónica de su viaje por el Cabo de Gata:

Ha pasado exactamente un año desde nuestro primer viaje en auto caravana, nuestra primera experiencia nos llevó a recorrer todo el sur de Andalucía Oriental y Portugal, en una semana en la que vivimos muy a fondo esta maravillosa forma de viajar. (https://www.e-vans.es/blog/cabo-san-vicente-recorriendo-sur/)

Este año no disponíamos de tanto tiempo, sólo el día entes,  el día de fiesta de octubre y su fin de semana, en definitiva, cuatro días, así que, con muchas ganas de repetir, realizamos nuestra reserva y como la anterior vez, magníficamente atendidos y asesorados por Rafael de E-Vans Granada, decidimos vivir una zona ya conocida por nosotros, el Cabo de Gata, pero esta vez en modo “Slow”, sin tener definidos a priori los puntos de pernocta o los sitios de paso, sin agobios, sin prisas… es decir, en modo auto caravana.

Primeros Kilómetros

Nuestra flamante auto caravana está esperándonos a primera hora del jueves en la delegación de E-Vans de Granada, tras recogerla y equiparla con las sillas de los peques de la casa, así como con todo lo necesario para el viaje, con respecto a ropa, comida, etc. Emprendemos nuestro viaje desde Granada.

Como el Mediterráneo va a ser el gran protagonista, decidimos tomar la A44 hasta Motril y desde ahí seguir por la A7, paralelos al azul del mar, acompañados por alguna lluvia que nos sorprende hasta Almería, donde, pasada la capital, paramos para almorzar. Esta parada la realizamos en El Toyo, urbanización a pocos kilómetros de la capital vecina, que debe de ser un auténtico hervidero en el mes de Agosto, pero que ahora presenta su cara más tranquila. Estacionamos nuestra casa con ruedas junto al Paseo Marítimo y junto a la Plaza del Mar, en uno de sus múltiples bares, algunos de ellos cerrados ya, disfrutamos de una buena comida a base de pescadito de la zona.

Miradores del Cabo

Seguimos nuestro camino, ya por carreteras nacionales, en dirección a Cabo de Gata, tras pasar la entrada a la población, la amplia línea litoral avanza en una interminable recta, entre el mar y las salinas, donde cientos de aves viven tranquilas, ajenas a nuestro ajetreo, esta carretera nos lleva hasta el Arrecife de las Sirenas, su mirador es de parada obligatoria, junto al faro del Cabo de Gata, el paisaje es realmente espectacular, los restos de una antigua chimenea volcánica son responsables de este paisaje de otro planeta, donde contrasta la roca oscura y sus caprichosas formas, con el azul del mar se dice que su nombre se debe a una colonia de Foca Monje que habitaban antaño y que los navegantes las confundían con este mítico ser.

Desde este mirador, retrocedemos unos pocos metros, para tomar la carretera a la derecha, algo deteriorada que nos lleva hasta el Collado de la Vela Blanca, la ascensión no deja a nadie indiferente, con vistas a otra roca que emerge y que recibe el nombre del Dedo de Dios, por parecer una mano con su dedo índice apuntando al cielo, así como a pequeñas calas que jalonan la costa. En el punto más alto se termina el asfalto y empieza una pista restringida por una cadena. Sobre la cumbre, una antigua torre vigía domina todo el horizonte hacia ambos lados del Cabo, el Arrecife de las Sirenas a un lado, sobre él el faro del Cabo de Gata y tras de él, la línea de costa, hacia el otro lado, todos los acantilados volcánicos, Mónsul, Los Genoveses, San José y el resto del Parque Natural. Este mirador, que recibe su nombre debido a que desde el mar, una lengua de roca blanca con forma de vela, destaca sobre la roca negra, en definitiva, se abre una panorámica hacia las dos vertientes realmente impresionante.

Playas de Película

Regresamos sobre nuestros pasos hasta Cabo de Gata, parando junto a las salinas para disfrutar de las aves que tranquilamente disfrutan del sol de la tarde, seguimos ahora en dirección El Pozo de los Frailes y San José, de esta manera, rodeamos por el interior todo el macizo que antes descubrimos por la línea de costa. Ya en San José, realizamos algunas compras, sobre todo, pan y agua. Desde San José, una pista debidamente señalizada, amplia y de buen piso, nos lleva a las famosas playas, quizá las más visitadas del Parque Natural y protagonistas de muchas películas. Los Genoveses y finalmente Mónsul, donde estacionamos nuestra auto caravana en su área de aparcamiento. Esta pista sigue hasta la Cala de la Media Luna, después una cadena corta el paso a vehículos y prosigue hasta el Collado de la  Vela Blanca que visitamos hace unas horas, un paseo de unos 5Km, muy recomendables para hacer a pie o en bici.

Miles de palabras harían falta para definir la tranquilidad de Mónsul cuando cae la tarde de octubre, poco a poco los pocos visitantes se van marchando y disfrutas de la soledad de este paisaje tan maravilloso, así es el atardecer y el amanecer del día siguiente en este paraje de ensueño.

Por la mañana, los primeros en llegar son el fotógrafo y una pareja de novios para realizar su reportaje de bodas, ofrecemos amablemente a la novia que se vista en nuestra auto caravana, ella acepta la invitación y se sorprende de la comodidad del espacio agradeciéndonos el detalle.

Ya en la playa, prácticamente sola, la temperatura del mar, aún perfecta y la ausencia de olas, nos permite un extenso baño, que disfrutan los más peques bien a fondo, así como recorrer toda la cala, disfrutando de sus extrañas formaciones volcánicas y su blanca arena.

Los pueblos

A mediodía, partimos desde aquí, regresando a San José, donde los mayores comemos en el área de aparcamiento habilitado para auto caravanas a la entrada de la población, mientras los más peques están dormidos tras no parar en la playa.

Desde aquí damos un salto hasta la Isleta del Moro, pequeña población de pescadores, sobre su playa, junto a la entrada, estacionamos para que coman los más peques. Aunque no llegamos a entrar en el pueblo, pues ya lo hemos visitado en otras ocasiones, es muy recomendable comer en alguno de sus pequeños bares y restaurantes, en muchos de ellos sirven la pesca del día. En la Isleta, destaca su espectacular formación volcánica rocosa, que configura el pueblo y a la que se puede ascender a pie fácilmente.

De nuevo en la carretera, proseguimos nuestra marcha, al poco, aparece el Mirador de la Amatista, otro punto donde detener la marcha y deleitarnos con sus maravillosas vistas, otra vez la roca y los colores del mar nos dejan enamorados de este rincón de Andalucía.

Al poco de regresar al volante, aparece ante nosotros otro de los contrastes del Parque Natural, las explotaciones mineras, antaño fueron muy importantes en la zona, de su industria quedaron muchos vestigios que atestiguan las décadas de trabajo, prueba de ello es la población de Rodalquilar, alrededor, la montaña está cincelada por la mano del hombre, en el pueblo, se mezcla el poblado minero, hoy en ruinas, con nuevas edificaciones de baja altura. También aquí se encuentran las oficinas del parque y un museo de interpretación de las Minas, junto a los restos más importantes de la explotación minera. Es una visita más que recomendable.

Tras pasar la población, un poco más adelante, sale de la carretera una pista hormigonada que lleva a la salvaje playa de “El Playazo”, un nombre más que acertado, pues es un nuevo rincón que quita el hipo, amplia playa de arena dorada, flanqueada por un acantilado de arena fosilizada sobre la que se sitúa la fortaleza de San Ramón, del siglo XVIII, que fue baluarte defensivo y que es de propiedad privada.

Un sendero puede llevarnos desde El Playazo a Las Negras y viceversa en un magnífico paseo. También los fondos marinos son muy atractivos para bucear, la fauna es espectacular, tanto que los pequeños peces, se aproximan curiosos mientras nos bañamos.

Las calas escondidas

Tras disfrutar de este entorno maravilloso, cernamos junto a la playa y nos ponemos de nuevo en marcha, continuando la carretera, llegando hasta Fernán Pérez y desviándonos en dirección a Agua Amarga, al poco, dejamos la carretera tomando una pista de tierra de casi una decena de kilómetros que nos lleva hasta la Cala del Plomo, donde llegamos bien entrada la noche.

Cenamos y descansamos acompañados por el murmullo del romper de las olas. Bien temprano, nuestro peque grande madruga, el rincón es espectacular, así que paseamos junto a nuestra perra por la cala, disfrutando de los primeros rayos de sol, de una playa desierta y del primer baño.

A lo largo de la mañana, algún grupo de senderistas es nuestra única compañía, siguen la ruta que recorre la costa. Nuestros peques siguen jugando con la arena, las olas, disfrutando de una gran jornada.

A las doce, cuando empieza apretar el calor y como es sábado y mañana volvemos, decidimos hacer nuestra siguiente parada en Agua Amarga, donde existe un área de servicio de autocaravanas.

Los deberes

Antes de devolver nuestro vehículo, debemos de dejar sus depósitos limpios y repostar agua, no es problema si sabes cómo, cosa que te explica a la perfección Rafa y si sabes dónde. Nosotros descubrimos un sitio muy interesante y recomendable, el Agua Amarga Camper Park, está justo a la entrada de esta población y realmente nos sorprende.

Se trata de un área cerrada, muy nueva, con un módulo de aseos y duchas, un área de carga y descarga de aguas y zonas delimitadas de aparcamiento, exclusivo para autocaravanas. El precio es muy asequible y el lugar es perfecto, amplio y muy limpio.

Nos reciben muy atentamente, explican todos los detalles y nos entregan la llave para poder entrar y salir tanto al área, como a los aseos y duchas.

Realizamos nuestra entrada y dejamos el vehículo estacionado. Paseamos por Agua Amarga y decidimos comer junto a la carretera en un pequeño Bar Restaurante que nos sirve un pescado delicioso.

Agua Amarga

Esta pequeña población, es lo que se ve, un pequeño núcleo de casas blancas, algunos restaurantes y chiringuitos y una hermosa playa encajada entre dos montañas, el lugar es tranquilo e invita al relax, así que pasamos la tarde disfrutando de este entorno, bañándonos y paseando por su playa, incluso encontrándonos a algún compañero de trabajo con el que coincidimos curiosamente.

Cuando se pone el sol, volvemos a nuestra Camper Park, aprovechamos para ducharnos y preparamos la cena, nuestros peques han jugado mucho, así que el cansancio les vence pronto y todos nos vamos a descansar.

La vuelta, siempre parte del viaje

Es domingo y toca iniciar el viaje de vuelta, realmente, con la autocaravana, la vuelta, es parte del viaje, así que después de desayunar tranquilamente en el pueblo y bajo las nubes y el viento que trae los coletazos del huracán Leslie que empiezan a notarse y desaconsejan pasa el día en la playa, iniciamos el regreso, pero siguiendo con el modo “slow”

Tomamos la carretera y proseguimos en la dirección que hemos llevado estos días, ascendiendo a la Mesa Roldán, para disfrutar de una espectacular vista de esta parte de la costa, desde su castillo y su faro. Otro lugar muy recomendable.

Al poco bajamos, aparcando en la entrada de la Playa de los Muertos, que queda bastante alto, sobre la playa, así que nos asomamos a su mirador, a pocos metros, donde nuevamente se observa una panorámica maravillosa de esta playa marcada por sus caprichosas formaciones volcánicas.

Desde este mirador y de nuevo a bordo, al poco llegamos a Carboneras, donde se termina el Cabo de Gata, tras recorrerlo durante estos cuatro días inolvidables. Una carretera nacional nos lleva hasta la A7, que tomamos en dirección a Almería. Desde nuestra capital vecina y bajo la lluvia de Leslie, ascendemos por el interior siguiendo la A92, llegando a La Calahorra, ya en la provincia de Granada, bajo su castillo, detenemos nuestra marcha para preparar la comida y descansar un rato del viaje.

No tardamos en ponernos de nuevo en marcha, pasando Güadix y el Puerto de la Mora, para llegar a Granada, nuestra casa, donde sólo nos queda recoger la ropa y enseres, limpiar el habitáculo y pasar a repostar para devolver la autocaravana a su origen, dejando el vehículo mientras en nuestro corazón y memoria, nos llevamos cuatro días de recuerdos inolvidables que nos acompañaran para siempre y muchas ganas de repetir la experiencia en el futuro.

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