Un paseo por el Occidente Asturiano

De repente nos encontramos con unos cuantos días libres así que cogimos una autocaravana de alquiler y nos fuimos a dar una vuelta por Asturias sin rumbo fijo y sin haber preparado absolutamente nada, así a lo loco. La idea es vagar, nunca mejor dicho por aquello de hacer el vago, un poco por el occidente asturiano.

La primera etapa la hacemos desde Valladolid a Oviedo, hay un área de autocaravanas, está en barrio muy tranquilo junto al pabellón de deportes, bastante espacioso y bien comunicado con el centro, aunque al principio con los autobuses nos volvimos un poco locos porque según en el sentido que hagan la línea llevan un número u otro, para que no os pase lo mismo deciros que los que unen el área con el centro o viceversa son el C1y el C2. Aunque la vuelta la hicimos en taxi de noche y el coste no llegó a 6 €, así que siendo 3 y casi sale a cuenta. Como era ya tarde decidimos ir a picar algo al “bulevar de la sidra”, la calle Gascona, está llena de sidrerías de todos los tipos y es un buen lugar para tapear. Luego aprovechamos a hacer la digestión dando un paseíto por la plaza de la catedral y algunas calles del centro, por cierto muy original la estatua “Culis Monumentalibus” que como su propio nombre indica es un homenaje al culo.

Al día siguiente por la mañana nos fuimos a dar un paseo por las calles más céntricas que en Oviedo son una auténtica delicia, pues no paras de encontrarte una plazoleta a la vuelta de una esquina, una callejuela, etc… a cada cual más bonita y acogedora. Algunas de las balconadas que se pueden ver en estas calles son realmente obras de arte. Aprovechamos también por la mañana para realizar, lo que para nosotros es visita obligada siempre que vamos a una ciudad que no conocemos, una visita al mercado del Fontán, la plaza del mismo nombre es un lugar muy agradable para tomar un café y organizar la visita matutina.

Para comer nos fuimos a Gijón a buscar a unos amigos que viven allí. Un Buen lugar para aparcar la autocaravana es junto al Molinón, siempre hay sitio y aunque bastante transitado por la noche se está muy tranquilo.

Si alguien está pensando en comer ligerito en Asturias no sé si se puede dar esa opción.

Por la tarde aprovechamos para callejear un poco, ver el paseo marítimo y recorrer las callejuelas y plazas de Cimadevilla. Un lujo la piscinita que tienen en el club de remo junto al mar e iluminada, ver foto. Bajando de Cimadevilla nos encontramos con una original escultura, se trata de un árbol de navidad hecho con botellas de sidra, que aunque en un principio iba a tener carácter provisional como el resultado fue tan bueno decidieron dejarla con carácter definitivo.

Una vez al año nos gusta darnos un buen homenaje y solemos ir a un tres estrellas Michelín, que aunque pueda parecer algo al alcance de pocos realmente no lo es, es tan sencillo como cambiar 3 cenas “normales” por una de estas. Así que miramos a ver que teníamos cerca y descubrimos Casa Marcial, de Nacho Manzano, se accede desde Arriondas por la carretera que lleva al mirador del Fito, el paisaje es espectacular y la comida y el servicio están a la altura, también espectaculares. Además era un día de diario y nos llevamos la grata sorpresa de que nos dieron mesa para el día siguiente.

Ya con la comida reposada nos fuimos a dar un paseo por la playa de Ribadesella, y después nos dirigimos al pueblo de Cuevas del Agua, que tiene la peculiaridad de que sólo se accede a él a través de una carretera que entra en una cueva.

De ahí nos dirigimos a Avilés, ojo por que el área privada que estaba en el restaurante Rías Baixas ya no existe, una vez más aparcamos junto al pabellón de deportes que siempre hay sitio y es tranquilo. Aunque Avilés es una ciudad industrial y normalmente no lo tenemos memorizado como un sitio bonito, lo cierto es que el centro tiene una visita. Aprovechamos también para acercarnos a visitar el centro Niemeyer, debo decir que nos decepcionó bastante en cuanto arquitectura se refiere.

Por la tarde nos fuimos a visitar alguna playa nueva y dimos con la Concha de Artedo, es una playa bastante escondidita pero que tiene un buen aparcamiento muy cerca y el lugar resulta muy apacible. En la tarde nos fuimos a Navia a recoger a nuestros amigos de Gijón que se acercaron a pasar el fin de semana con nosotros, hay área de autocaravanas, y sí un vez más está junto al polideportivo. Salimos de sidrerías y por la mañana nos fuimos a visitar puerto de Vega un pequeño y tranquilo pueblecito con su puertecito que desgraciadamente estaba sin actividad al ser domingo. Luego visitamos Cudillero que aunque mucho más conocido que Puerto de Vega se parecen bastante.

El día siguiente lo pasamos en Tapia de Casariego, dimos un paseo por su puertecito y después de comer fuimos a la playa que para estar en el mismo pueblo nos gustó mucho pues tiene bastante césped para poder estar allí mismo y las vistas son chulas.

Por último nos dirigimos a Ribadeo, ya en Galicia, queríamos visitar la concurrida playa de las Catedrales pero desgraciadamente los horarios no nos coincidieron con marea baja que es cuando se puede ver en todo su esplendor. Así que aprovechamos a dar una vuelta por el centro y por el puerto, han construido un bonito ascensor que une la parte baja, la del puerto comercial, con las calles más antiguas que aunque no demasiado bien conservadas para mí fue lo que más mereció la pena de Ribadeo. Tuvimos la suerte de tener guía gratis, un marinero ya jubilado se nos ofreció muy amablemente y nos estuvo explicando un poquito la historia de Ribadeo, las casas cubanas y el problema que estaba sufriendo la Torre dos Moreno, la casa indiana de Ribadeo por excelencia, este precioso palacete se construyó con arena de mar y eso está haciendo que se venga abajo, según nos dijeron el ayuntamiento ya está tomando medidas y esperamos que esta joya se puede seguir disfrutando durante muchos años más.

Inesperadamente por una llamada de carácter laboral nos tocó regresar antes de tiempo así que esto fue lo que dio de sí un paseo de 5 días por el occidente asturiano. Nos faltó visitar el interior, la zona de Taramundi, que aunque ya la conocemos, o precisamente por eso, estamos deseosos de volver.

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