UN VIAJE EN AUTOCARAVANA EN BUSCA DE LOS DINOSAURIOS DE LAS TIERRAS ALTAS

Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO

del blog de viajes www.siempredepaso.es

 

¿Sabías que con las autocaravanas de E-Vans se puede viajar en el tiempo sin que te cobren recargo? Nosotros lo hicimos hace unas semanas y todavía estamos asombrados de lo lejos que se puede llegar: nada menos que hasta el Cretácico Inferior. Es decir hasta hace unos 140 millones de años y vuelta (lo que en total vendrían a ser unos 280).

Réplica de dinosaurio en el yacimiento de Valdecevillo. Enciso. Ruta de las Icnitas. La Rioja. España. © Javier Prieto Gallego

La cosa surgió porque teníamos en mente la oportunidad de acercarnos a recorrer la conocida como Ruta de las Icnitas por el norte de la provincia de Soria y el sur de La Rioja, una de las zonas de mayor interés paleontológico de toda Europa. O dicho de otra forma una de las zonas en las que más abundan y mejor se ven las huellas que los dinosaurios y otros seres vivientes contemporáneos suyos dejaron sobre la Tierra.

El caso es que esa oportunidad se produjo hace unos cuantos fines de semana en que pudimos aprovechar alguno de los días no lectivos de la semana de carnavales para acercarnos con nuestra hija de 9 años. Dato este fundamental, dado que si hay alguien que va a disfrutar con entusiasmo de este viaje en el tiempo son los paleontólogos, por un lado -capaces de ver y leer los signos de aquel pasado remoto en cualquier parte-, y los niños, por otro. Estos últimos, no tanto por lo asombroso de poder contemplar las huellas que dejaron impresas sobre un terreno que entonces era un barrizal pantanoso y que luego se transformó en roca, como por descubrir en cualquier recodo del viaje el reguero de réplicas de dinosaurio que amenizan e ilustran sobre los autores de aquellas huellas y rastros.

Mucho más confiados en nuestras posibilidades como autocaravanistas de pro tras nuestro bautizo con el viaje a Aveiro que realizamos el año pasado, y tras asegurarnos de que viajar hasta el Cretácico no conlleva penalización alguna, salvo que no seas capaz de regresar a tiempo o no devuelvas el vehículo en las mismas condiciones en que se tomó, decidimos emprender este viaje desde Valladolid un sábado al mediodía.

 

UN ALTO EN NUMANCIA

Si hay algo que nos enamoró de nuestra anterior experiencia como autocaravanistas es la posibilidad que ofrece de tomarse el viaje con todo el relax del mundo. Sin nadie que te espere en el destino, ni habitaciones contratadas la sensación de libertad se acrecienta a cada kilómetro recorrido. También el convencimiento de que la duración de las paradas o la longitud final del viaje dependerán solo del goce que encontremos en cada instante.

Autocaravana Fiat R640 a la entrada de Oncala. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Esa es la razón por lo que, tras un bosquejo muy general de aquellos lugares hacia los que nos queríamos dirigir, iniciamos el viaje sin saber muy bien hasta dónde llegaríamos en realidad.

 

También, la de que, aprovechando nuestro paso por la ciudad de Soria, decidiéramos hacer un alto en el yacimiento arqueológico de Numancia. En la fecha en la que fuimos, el yacimiento abre por la tarde a partir de las cuatro, así que aprovechamos haber llegado con algo de tiempo para dos cosas. Una, comer tranquilamente con la autocaravana aparcada en una explanada que hay unos metros antes de las puertas del yacimiento -fuera del recinto no hay aparcamiento como tal-.

 

Y otra, no menos importante, aprovechar para practicar una de las aficiones a la que también nos estamos entregando mucho últimamente: el geocaching. Por si os suena a chino, os diré que se trata de un juego que consiste en la búsqueda de pequeños «tesoros» escondidos (cache en inglés es escondrijo) por otros jugadores y que se pueden localizar gracias a las pistas que se dejan en Internet. Existen diferentes plataformas dedicadas a este juego. Nosotros lo hacemos con Geocaching.com por la facilidad con la que se puede localizar en el móvil si en la zona en la que te encuentras existen «tesoros» escondidos o no. La gracia del juego es tratar de descubrir por los comentarios de otros jugadores o alguna de las fotos que cuelgan dónde puede estar escondido, generalmente un pequeño botecito con un papelín dentro en el que los jugadores que lo encuentran van firmando. Otras veces el «tesoro» es una cajita con pequeños objetos o juguetitos de la que se toma uno como recuerdo y se deja otro para que el juego pueda continuar. Bueno, pues resulta que casi a la puerta del yacimiento hay dos escondidos. A nosotros nos dio tiempo a buscar y encontrar uno. El segundo quedó para mejor ocasión.

 

La visita a Numancia nos resultó tan interesante como esperábamos pero se alargó mucho más de lo esperado. Cerca de hora y media de explicaciones en las que nos fueron desgranando las vicisitudes de un enclave famoso por haber logrado plantar cara nada menos que al Imperio Romano durante casi veinte años de resistencia. Una gesta que finalizó en el verano del año 133 a.C. con el cerco de onces meses impuesto a esta ciudad, en la que vivirían unas 2.000 personas, por el mayor ejército visto hasta entonces en la Península. Lo mejor de la visita es poder introducirse en la réplica de las dos viviendas indígenas que nos ayudan a situarnos en aquel momento y en aquel lugar. Como digo, las explicaciones fueron muy interesantes pero tal vez demasiado técnicas y algo espesas para una visita con niños.

La autocaravana Fiat R640 aparcada junto al yacimiento de Santa Cruz de Yanguas. Ruta de las Icnitas. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

 

Dado que al terminar la visita apenas quedaba una hora de luz decidimos aprovechar lo que restaba de tarde para visitar Soria. De las tres áreas para autocaravanas que figuran en la aplicación que usamos durante el viaje (campercontact.com) decidimos pasar la noche en la que se encuentra en la parte baja de la ciudad, junto al río y al final del paseo de San Prudencio. Un lugar tranquilo que es solo aparcamiento pero que tiene al lado un restaurante y está a un paso de la pasarela que cruza el Duero justo a la altura de la ermita de San Saturio, una de las visitas imprescindibles de la ciudad.

 

SEGUNDO DÍA

Répilca Iguanodón y su cría en el Aula Paleontológica de Villar del Río. Ruta de las Icnitas. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Nuestro viaje hacia el Cretácico Inferior continuó el segundo día retomándolo donde lo habíamos dejado el día anterior. De regreso a Garray la carretera SO-615 es la encargada de encaminarte hacia la comarca de Las Tierras Altas, un territorio que tanto por el nombre, el paisaje y el misterio de sus dinosaurios desaparecidos podría encajar perfectamente en cualquiera de los libros de Tolkien. En realidad no se tarda mucho en descubrir que este viaje en el tiempo pasa por acercarse a uno de los rincones más solitarios y descarnados de Europa. Con una densidad de población de 2,32 habitantes por km² está considerada como un desierto demográfico a la altura de la Laponia finlandesa. Un lugar en el que abundan los pueblos abandonados, apenas hay alojamientos y tiene una sola gasolinera en San Pedro Manrique. Como veis, un lugar también de lo más interesante para explorar precisamente con autocaravana, siempre y cuando llevemos la despensa y todos nuestros depósitos bien llenos (y que en un momento determinado no sea preciso encontrar a alguien que nos eche una mano, claro).

 

Una forma muy interesante de descubrir que no siempre fue así es hacer un alto en la localidad de Oncala, nada más pasar el puerto del mismo nombre. Además de porque es uno de sus pueblos más bonitos, porque en él nos aguardan dos pequeñas sorpresas. Una es la de descubrir que en su iglesia conservan el mayor tesoro artístico de toda la comarca: una inesperada colección formada por diez enormes tapices flamencos, ocho de los cuales están tejidos sobre cartones dibujados por Rubens. El origen estos tapices está en el encargo realizado en 1625 por la hija de Felipe II, la Infanta Dª Isabel Clara Eugenia, a Rubens para que los tapices colgaran en el monasterio de las Descalzas Reales de Madrid. Y el motivo de que ahora se conserven en esta iglesia se debe a la donación que hizo en su momento un hijo de la localidad que llegó a ser Obispo de Segovia y Arzobispo de Valencia. Para visitarla hay que llamar al teléfono que aparece en la puerta de la iglesia.

 

Interior del Museo de Pastores en Oncala. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Mucho interés tiene también la visita al Museo de Pastores (tel. 975 23 27 80) ubicado en la antigua casa de la maestra, en un bello rincón de la plaza y junto al puente que une los dos barrios del pueblo. En las diferentes estancias de la casa encontramos repartidos enseres y herramientas relacionados con la vida cotidiana en estas tierras cuando la trashumancia marcaba el ritmo de las estaciones y se movían fortunas inimaginables gracias a la explotación de unos pastos que, a la vista de los serrijones yermos que vemos hoy por todas partes, parece algo casi imposible.

 

Casi tanto como imaginar que todo este territorio en el que nos estamos adentrando -y mucho, mucho más allá- hace 140 millones de años no fuera otra cosa que un enorme área interfluvial, más bien llano, con mucha vegetación, repleto de lagos conectados entre sí y abundante, por tanto, en zonas costeras y encharcables. Un enorme barrizal de clima tropical, palmeras gigantes y helechos monumentales por el que deambulaba una fauna tan fabulosa que aún viendo las huellas que dejaron sobre el terreno parece inventada. El origen de esas huellas –icnitas se llaman, técnicamente- está, precisamente, en la impresión dejada por algunos de ellos en aquel barro que, una vez seco, acabó sepultado por capas y capas de sucesivos sedimentos, al tiempo que, debido al peso de tanta capa, mutaba su blandura de barro por la rigidez de la roca. Finalmente, los vaivenes tectónicos asociados a la formación de montañas y la erosión lo hicieron emerger, ahora ya con aquellas huellas impresas para siempre. Unas marcas que durante siglos, y a falta de una explicación lógica para ellas, fueron interpretadas por las gentes de la zona como la más pura evidencia de que los dragones o cualesquiera otros seres tan fantásticos como ellos, existían.

 

BRETÚN

Répilca de dinosaurio en Villar del Río. Ruta de las Icnitas. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

La visita a los yacimientos de icnitas del norte de Soria está organizada en torno a cuatro itinerarios que pueden consultarse en http://www.rutadelasicnitas.com. Nosotros escogimos acercarnos a algunos de los más importantes, ubicados en el entorno de las localidades de Santa Cruz de Yanguas y Bretún.

 

Para eso, desde Oncala es preciso desandar algo de camino y tomar el desvío de la SO-615 hacia Yanguas. Poco después aparece un nuevo desvío a la izquierda. Es el inicio del valle del Cidacos y la estrecha carretera que lo recorre el hilo que va hilvanando algunos de esos yacimientos. El primero lo encontramos en Los Campos. Es el yacimiento de Salgar de Sillas y se llega andando desde la plaza -donde está el panel informativo- en unos 300 m.

 

Aparcados junto al yacimiento de Yanguas. Ruta de las Icnitas. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Justo antes de alcanzar Santa Cruz de Yanguas, en una curva muy cerrada, sale la pista que enseguida acerca hasta el yacimiento de Los Tormos, en una bonita zona junto al río con parque para niños, bancos y mesas. Casi a la entrada del pueblo encontramos el segundo yacimiento. La calle principal de Santa Cruz se estrecha tanto en un punto determinado que para seguir viaje es mejor desandar unos metros de carretera y tomar los dos primeros desvíos que nos aparezcan por la izquierda. Es una especie de circunvalación que nos evitará el embudo.

 

Los siguientes yacimientos de nuestra lista los encontramos en la localidad de Bretún. El primero de ellos (Fuente Lacorte – El Frontal), con una espectacular réplica de Allosaurus, al parecer, responsable de las huellas que se ven por el entorno. Junto a la carretera, un poco más adelante, queda el yacimiento de La Matecasa y en la parte alta del pueblo -que, por supuesto, hay que recorrer a pie- el del Corral de la Peña.

Réplica de huellas de dinosaurio Allosaurus. Yacimiento de Fuente Lacorte. Bretún. Ruta de las Icnitas. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

 

El siguiente alto hay que hacerlo en Villar del Río. Su Aula Paleontológica, ubicada en las antiguas escuelas, hace las veces de centro de recepción de visitantes y facilita la posibilidad de concertar visitas guiadas a algunos de los yacimientos.

Y decidimos finalizar la jornada, tras un estupendísimo paseo por el interior de Yanguas, localidad incluida recientemente en la lista de Pueblos Más Bonitos de España, aparcando nuestro autocaravana junto al parque que hay a la entrada de la localidad. Justo al lado de donde está instalada la reproducción del yacimiento de El Majadal, destruido en su momento por la construcción de la presa de Enciso.

 

TERCER DÍA

Tras recorrer el sendero que corre junto a la orilla del río Cidacos, desde el parque hasta el puente medieval y la iglesia de Santa María, la mañana de nuestro tercer día la dedicamos a visitar con cierta calma la localidad de San Pedro Manrique, famosa en el mundo entero por su ancestral tradición del paso del fuego que aún mantienen viva sus vecinos.

 

Cada noche de San Juan cientos de personas se congregan junto al recinto de la Virgen de la Peña para contar los siete pasos que con los pies desnudos «los pasadores» dan sobre las brasas ardientes sin quemarse. También tuvimos tiempo para acercarnos hasta el yacimiento de San Roque, junto a la localidad de Ventosa de San Pedro, vigilado por un impasible Iguanodon de tamaño real.

 

Nada temible comparado con la sensación que produce realizar con la autocaravana los cuatro o cinco primeros kilómetros del desfiladero que enlaza Yanguas con la localidad riojana de Enciso. Una estrecha carretera, por la que difícilmente circularían cualquiera de los dinosaurios vistos hasta ahora y que algunos camiones -no muchos, por suerte- recorren a toda velocidad en sentido contrario. Una vez pasados esos primeros kilómetros, es decir, una vez que se entra en La Rioja, la carretera se ensancha y la sensación de que pueden hacerte salir de la carretera sin que quieras, también.

Palacio de los Cereceda. Siglo XVIII. Yanguas. Ruta de las Icnitas. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Enciso es otro de esos pueblos de pasado glorioso, este relacionado con la industria textil en los siglos XVI y XVII, que ha renacido gracias al trasiego de turistas que vienen cada año en busca de los dinosaurios perdidos en algún recodo del tiempo hace 65 millones de años. Y los dinosaurios no, pero lo que sí que encuentran es el fantástico Barranco Perdido, un parque de aventuras que hace las delicias de grandes y pequeños entorno a la actividad de los paleontólogos y el mundo de los dinosaurios. El parque cuenta con tirolinas, piscina, museo, proyecciones en 3D, tobogonaes y un montón de propuestas lúdicas que dan de sobra para pasar una jornada. Abre de marzo a octubre. En Enciso también merece la pena acercarse al Centro Paleontológico, instalado en una antigua fábrica de zapatillas. Está dedicado a la investigación sobre restos de dinosaurios de La Rioja.

Para pasar la noche decidimos acercarnos hasta el área de autocaravanas de Arnedillo, a 11 kilómetros de Enciso. En todos los comentarios que leáis en Internet veréis que la gente critica que se encuentra al final de una cuesta muy empinada y que cobran 10 euros la pernocta (un señor pasa a por ellos a eso de las 9 de la mañana). La electricidad cuesta 1 euro/ cuatro horas. Todo eso es cierto, como también lo es que Arnedillo es un pueblo de calles estrechas, encajonado entre la montaña y el río y que no es posible aparcar autocaravanas en ningún otro lugar. A nosotros, después de tres días buscando dinosaurios, nos vino de maravilla para descargar aguas sucias, cargar limpias y enchufar nuestra ristra de baterías agotadas de tanto ajetreo.

 

CUARTO DÍA   

Área de autocaravanas en Arnedillo. Ruta de los Dinosaurios. Arnedillo. La Rioja. España. © Javier Prieto Gallego

Arnedillo es un pueblo bonito y famoso por sus aguas termales. Unas aguas termales que, por supuesto, ya los romanos conocían y disfrutaban. En un cartel informativo pone que tienen carácter minero medicinal y que, entre otras cosas, son ricas en iones de magnesio, radiactivas e hipertermales. Brotan a 52,5 ºC. Esto último se comprueba metiendo un dedo: no queman pero por poco, lo que en un día relativamente fresco de finales del invierno produce una extraña sensación que es, más que otra cosa, placentera. Hay dos formas de disfrutarlas. Una es a lo fino, pagando el precio que cuesta entrar en el balneario y la otra haciéndote un hueco en alguna de las tres pozas que hay junto al río. Tú eliges, pero en esta última añades al placer de sentirte como un garbanzo a remojo la aventura de tener que cambiarte de ropa sin más tapujos que la toalla que te hayas agenciado. No busques dónde esconderte. No hay. Eso sí: si sopla el viento y no es verano, hazlo rápido antes de que el contraste temperaturas anule todos los beneficios del buen rato que pasas a remojo.

 

Y antes de regresar de nuevo a Valladolid ya solo nos quedaba por realizar una de las actividades que teníamos previstas: la Senda de los Dinosaurios de Enciso, una ruta senderista de escasa dificultad y 6 kilómetros de recorrido que supuso una guinda de pastel a nuestros cuatro días de viaje por el Cretácico. El paseo se inicia en el yacimiento de Valdecevillo. Lo encontramos a dos kilómetros de Enciso, en la carretera LR-286 que se dirige a Cornago. Se trata de un recorrido circular que empieza y finaliza en este yacimiento y que se adentra por el interior de la sierra para descubrirte los yacimientos de la Virgen del Campo y La Senoba, con estupendas reproducciones de dinosaurios a tamaño real. Está balizado y no presenta dudas en el recorrido, aunque acuse vandalismo en algunas de las señales. Pero más que que haya gente capaz de disfrutar destrozando postes y señales en mitad de la nada, lo que nos produjo verdadero asombro era pensar que en medio de estos paisajes sin árboles, secos y polvorientos pudieran haber existido seres descomunales dándose un garbeo tan real como el que nos estábamos dando ahora nosotros. Algo tan inconcebible como que mucho, mucho, mucho tiempo después estas mismas laderas fueran aterrazadas y preparadas para el cultivo con las herramientas más elementales por las gentes del despoblado de Garranzo, por el que pasa el sendero.

 

Carretera de Santa Cruz de Yanguas a Bretún. Ruta de las Icnitas. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Y así, con esos pensamientos en la cabeza regresamos a nuestra nave, la fantástica R 640 · Fiat Ducato, 130 cv, ‘CAMPER’ de E-Vans, y emprendimos, sin mayores contratiempos, el retorno a casa.

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